Decía el viajero y periodista Ryszard Kapuscinski, que el verdadero sentido de su vida era cruzar fronteras de todo tipo y también, añadía: que nunca ha sido sencillo cruzar una frontera.
Creíamos que con la globalización, las fronteras iban a perder gran parte de su contenido, pero éstas siguen muy vivas, y no sólo favorecen o impiden el paso, también crean identidades.
Las fronteras en la Antigüedad marcaban el territorio de lo conocido y de lo desconocido, en los mapas representaban lugares ignotos o en disputa. En la actualidad, vivimos en Estados cuyas fronteras buscan la legitimación del Derecho internacional.
Las fronteras dibujadas en los mapas no son líneas definidas en el terreno, ¿existen, de hecho, lo que llamamos las fronteras naturales? Y es que las fronteras no sólo cambian de ubicación, también de significado. La localización y el uso de las fronteras son fruto de decisiones deliberadas y no sólo dividen, también sirven de espacio de contacto e intercambio.